sábado, 5 de mayo de 2012

Los Juegos del Hambre, la película



Es normal que la historia cambie en cierta medida cuando una obra literaria es llevada al cine. Sin embargo, es perfectamente comprensible que algunos fans de los libros hayan tildado el trabajo que Gary Ross, Billy Ray y la propia autora del libro, Suzanne Collins, han realizado con el guión del film de “sacrilegio”.


La historia es archiconocida gracias a la publicidad que se le ha dado en todo tipo de medios de comunicación. La joven Katniss Everdeen decide presentarse voluntaria como tributo para participar en lugar de su hermana en Los Juegos del Hambre, organizados por el Capitolio. En cuestión de unos días deberá aprender todo lo necesario para convertirse en una letal concursante capaz de asesinar a sus competidores sin ningún remordimiento. Pero Everdeen resultará ser mucho más prometedora de lo que aparentaba, algo que causará estragos entre la población de todos los Distritos, incluido el Capitolio.

El principal problema que presenta la versión cinematográfica de Los Juegos del Hambre es que se ha confiado mucho en el conocimiento previo de la historia original por parte de los espectadores. Esa hipótesis es la única explicación razonable que se puede encontrar para el hecho de que hayan omitido datos importantes y cruciales en la historia. Momentos que marcarán el curso de los acontecimientos en las entregas posteriores, pero que en este largometraje brillan por su ausencia. Asimismo, se ha evitado ampliar un reparto que, para los fans de la versión literaria, era necesario e imprescindible. Personajes con funciones muy concretas, con un papel más o menos destacado, pero necesarios y queridos por el público.

Además, en el film no se muestran los acontecimientos tal y como ocurren en el libro, sino que en determinadas ocasiones se muestra “el otro lado”, aquello que el lector de Los Juegos del Hambre sólo puede suponer pero no conoce a ciencia cierta ya que el narrador de la historia, Katniss Everdeen, sólo nos ofrece un punto de vista, su visión personal de las cosas que suceden a su alrededor. Por ello, es más conveniente hablar de “complemento” que de “adaptación”. Pero no debemos entender ese término como algo exclusivamente negativo, sino que nos debe resultar un punto positivo que enriquece la historia original en determinados momentos –ya que en otros resulta innecesario y cargante que muestren cómo se articula desde dentro un reality show al no ser esa la trama principal de libro-. Así, las escenas en las que se presenta a personajes como el presidente Snow o el vigilante jefe Seneca aportan un sustento al argumento que no aparece en el libro y que es de agradecer ya que amplían el universo creado previamente por Collins.

Tampoco deben pasarse por alto los abusos en la utilización de recursos narrativos. La cámara al hombro resulta muy conveniente para mostrar la inestabilidad emocional de una chica que se ve envuelta en circunstancias sin sentido, por lo que se reafirma la sensación de estar viviendo una locura. Sin embargo, este recurso se emplea aun cuando un plano estable podría dar un resultado más eficaz para narrar la historia. Asimismo, los flashback resultan forzados e incoherentes al no quedar claro ni el momento ni la ubicación, ni siquiera el sentido de las imágenes mostradas. Siguiendo esta línea, el montaje de planos cortos empleado para mostrar las atrocidades ocurridas en los primeros minutos de los Juegos resulta muy apropiado para no incurrir en el vicio y la recreación en la que suelen caer la mayoría de historias sangrientas y violentas. Aún así, precisamente ese montaje, realizado en ciertos momentos al azar, desubica al espectador que descubre por primera vez esta historia, ya que los saltos temporales y de localización provocan que se pierdan detalles de una trama que, en su versión literaria, está perfectamente hilada en el sentido tanto temporal como espacial. 

Mención aparte merece el doblaje al castellano que se ha hecho del film. A los que hayan leído antes el libro seguramente les chirríen los oídos al escuchar la pronunciación de ciertos nombres a los que se les ha querido dar un tono más imponente con ese ligero pero gran cambio. Un aporte novedoso que, desgraciadamente, se queda en una anécdota cómica que comentar al salir del cine. A pesar de ello, y en una visión más general, el doblaje está bastante logrado, aunque la película en versión original es claramente superior.

No obstante, no hay que restarle mérito a una superproducción que estaba destinada a arrasar en taquilla, tal y como hizo en su primer fin de semana en la gran pantalla. Una obra que cuenta con un reparto exquisito de actores y actrices que no han hecho sino dar más renombre a un título que ya se ha hecho un hueco en la historia del audiovisual. Por último, los músicos James Newton Howard y T-Bone Burnett ponen el acompañamiento melódico perfecto a un film que, como suele suceder, no sería el mismo sin su banda sonora.


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